Presidente Danilo Medina |
Alberto Cortez
Dr. Willians De Jesús Salvador
Hay gobiernos que han pasado a la
historia, por la intensidad de sus labores, recuerdo que el 5 de julio del año
1982, la República Dominicana, despertaba estremecida con la infausta noticia,
de que el demócrata y ejemplar presidente de la República, Don Antonio Guzmán
Fernández, se había suicidado en pleno palacio presidencial.
Razón por la cual en cumplimiento al
mandato constitucional, el Vicepresidente de la República, Lic. Jacobo Majluta
Azar, se juramentaba en esa misma mañana, dando inicio al famoso gobierno de
los 41 días de Jacobo.
Fue un gobierno de agenda intensa, el
gobierno era relanzado con una intensidad,
de tal magnitud, que todos los
sectores de la vida nacional, tenían la sensación de que se trataba del inicio
de una nueva era en la República Dominicana.
Esa ha sido la tradición en nuestro
país, los primeros cien días de
gobierno, es una luna de miel que la disfrutan sus acólitos y opositores,
confundidos todos en un sentimiento de bonanzas y reencuentro con el nuevo
estilo del estadista, quien dejara su impronta en las páginas de la historia.
Este 24 de noviembre del 2012, se
cumplen justo cien días del ascenso al solio presidencial del Presidente Danilo
Medina Sánchez, y amplio sectores de la vida nacional, tienen la impresión de que el ejecutivo está animado de buenas
intenciones, pero las limitaciones heredadas
de su antecesor, les han obligado a una labor de enunciados
fundamentados en el presupuesto del año 2013.
Danilo, tal vez seducido por las
enseñanzas clásicas de Nicolás Macchiavello, ha preferido darle de un solo
plumazo, todo lo malo al pueblo, un paquetazo fiscal y tributario, sin el cual
resulta imposible las tareas de estado, y será a partir de la implementación del
mismo, y el corrientazo eléctrico que el FMI, aconsejando para completar las fatídicas
reformas impositivas y de coste energético,
que empezará a desarrollar sus planes programáticos de gobierno.
Cuando los comentaristas, y analistas
del diarismo dominicano, intentan hacer un esforzado inventario de las obras de
los cien días, no hay muchas cosas que exhibir, les sobra los dedos de las manos,
solo, la esperanza de un mañana mas
promisorio, como dice la canción de Alberto Cortez:-… es decir, que
mañana empezare a rodar por mejores caminos….
La sensación que tiene el pueblo
dominicano, es que se trata de un gobierno con enormes limitaciones, hasta para conformar un gabinete que responda
a las expectativas del pueblo dominicano, que tenía la ilusión de que aunque se
trataba de la reelección del PLD, por cuatro años más, un nuevo equipo
gobernante asumiría las responsabilidades de estado, con una nueva visión y
capacidad de renovación
El FMI, hizo una radiografía de la situación
económica y financiera de la Republica Dominicana, que da grima y mete miedo de
verdad.
Estos cien días, han estado matizados
por protestas populares, las mismas
exigen que se explique las razones del “hueco fiscal”, que bordea los ciento
ochenta y siete mil millones de pesos dominicanos, y el presidente de la
Republica, no ha tenido la formula de explicarle al país, las razones del
mismo, ¿Por qué? Sencillo, porque mucho de esos recursos se utilizaron para
torcer la voluntad popular, hacer obras, aumentar las tarjetas de solidaridad,
bono luz, bono gas, y para neutralizar la parte institucional del PRD, y otros
pecados administrativos violatorios de la Ley de Presupuesto.
El Dr. Leonel Fernández, en una alocución
para justificar lo injustificable, con sofismas
jurídicos y financieros, dijo: Déficit fiscal no es igual a delito
fiscal, todo el mundo sabe que delito fiscal es dejar de pagar los tributos. . Nadie
ha tipificado esto como delito, delito es desviar los recursos del estado para
el enriquecimiento ilícito.
El país, reclama, conocer las auditorias de
las famélicas instituciones del estado, obras sobre evaluadas, políticas sociales
para inducir el voto de los sectores más desprotegidos de sociedad, que forman
el amplio mapa de la pobreza crítica, que significa una vergüenza nacional,
mientras un grupo elite de políticos pueden exhibir fortunas inmensas, que
significan capital de trabajo para volver a comprar Senadurías, Diputaciones, Alcaldías,
y para preparar la carroza que lo traerá como “Renovado Candidato de la
Dignidad y el Decoro Nacional.-
He leído el pedimento del Dr. Ramón
Veras, que la sociedad le dé un compas de espera al Presidente Medina. Estamos
de acuerdo sumarnos a este noble pedido, y creo que la sociedad política está
en ese temperamento.
Ahora bien, el presidente tiene que exhibir un
talante de mayor independencia, abrir su gobierno a la sociedad civil, partidos
políticos de izquierda, centro y derecha, no hablo de sus aliados, hablo de sus
adversarios políticos, a la vez que debe poner en el tablero nacional los
liderazgos en sus respectivos lugares de preeminencias, no confundirse, hoy las
fuerzas opositoras reales son, los sectores populares, y lideres como Hipólito Mejía,
candidato que sacó más de dos millones de votos, a pesar de los pesares,
Guillermo Moreno, promesa fecunda del liderazgo nacional, Eduardo Estrella, voz
racional e intransigente a favor de un buen gobierno, y los líderes
empresariales responsables del mantenimiento del aparato productivo nacional,
no , los empresarios que tienen el gobierno como su principal empresa (Empresarios políticos).
Presidente, este humilde ciudadano,
muy a pesar de su participación ríspida en el debate nacional, y muy
particular, me correspondió confrontarlo en un debate radial por hora y media,
en el año 1996, en Hibi Radio 1070,
siendo usted Jefe de Campaña de Leonel Fernández, y yo vocero para el Nordeste
del Candidato del PRD, Hipólito Mejía, favorezco impulsar un clima de entendimiento nacional, usted
tiene una oportunidad de oro, tómele las palabras al líder de la oposición, al
Ing. Hipólito Mejía y convoque a un gran dialogo nacional, sin cortapisas , en
la que usted se ponga por encima del partidismo, y se coloque en el sitial que
dignamente representa a todos los dominicanos, el de Presidente de la
República. No es posible hacer un buen gobierno, sin un clima favorable de
gobernabilidad, y los mejores esfuerzos de gobernanzas del ejecutivo
responsable de la cosa pública.
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