El objeto, que habría sido trasladado en tren, tiene un alcance de unos 3.000 kilómetros
Corea del Norte comienza a respaldar sus arranques de retórica bélica con acciones. Tras haber bloqueado el miércoles el acceso de los trabajadores surcoreanos al parque industrial de Kaesong, que se encuentra en territorio norcoreano pero es operado de forma conjunta por los dos países, hoy ha dado un nuevo paso, en esta ocasión militar. Kim Kwan-jin, ministro de Defensa de Corea del Sur, ha asegurado en una sesión parlamentaria que Pyongyang ha desplazado un misil de “alcance considerable” a su costa este, aunque ha dicho que no cree que sea capaz de llegar a Estados Unidos continental. Kim ha afirmado que desconoce las razones detrás del movimiento, pero que el cohete podría estar destinado a “pruebas o maniobras militares”.
El régimen de Kim Jong-un ha asegurado también este jueves que su ejército ha sido autorizado a atacar a Estados Unidos con armas nucleares “más ligeras, pequeñas y diversificadas”. “El momento de la explosión se acerca rápido”, ha afirmado el Ejército en un comunicado difundido por la agencia oficial KCNA. La guerra puede estallar “hoy o mañana”, ha advertido.
Kim Kwan-jin ha desestimado las informaciones publicadas en la prensa japonesa y surcoreana que señalan que el misil transportado podría ser un KN-08. Este tipo de proyectil se cree que es de largo alcance y, de ser operable, podría impactar las costas estadounidenses, informa Associated Press. Según la agencia surcoreana Yonhap, que cita fuentes del Gobierno cercanas a los servicios de inteligencia de Estados Unidos y Corea del Sur, parece tratarse de un misil Musudan, pero no está claro si lleva montada una cabeza nuclear, si el Norte pretende dispararlo o si se es únicamente una demostración de fuerza. El misil ha sido trasladado a la costa en tren. Corea del Norte tiene una base de lanzamiento en la costa noreste, que ha sido utilizada en el pasado para probar —sin éxito— cohetes de largo alcance.
El Musudan tiene un alcance de unos 3.000 kilómetros, lo que significa que podría golpear Corea del Sur, Japón y quizás el territorio estadounidense de Guam, en el océano Pacífico. Pyongyang ha amenazado en las últimas semanas con ejecutar ataques nucleares preventivos contra Corea del Sur y Estados Unidos.
Los expertos consideran que Pyongyang no posee capacidad para lanzar misiles con cabezas atómicas y que tampoco tiene intención de hacerlo porque sería un suicidio para el régimen. Afirman que no ha demostrado que posea misiles de largo alcance o con precisión suficiente, y se sospecha que los que desveló el año pasado en un desfile militar fueron maquetas. Washington anunció el miércoles que instalará un sistema de defensa contra misiles en Guam como protección contra un posible ataque.
Kim Kwan-jin ha afirmado que si el Norte se estuviera preparando para un conflicto a gran escala, habría señales de movilización de tropas, pero que no han sido detectados estos preparativos. “Son amenazas retóricas. Creo que las probabilidades de un gran conflicto son pequeñas”, ha dicho, aunque ha añadido que sí podría instigar un choque menor como el bombardeo de la isla de Yeonpyeong en 2010, en el que murieron dos soldados y dos civiles surcoreanos.
El despliegue de provocaciones ha generado una escalada de tensión en la península coreana desde que en diciembre pasado el Norte lanzó un cohete y en febrero llevó a cabo la tercera prueba nuclear de su historia. La ONU respondió en ambas ocasiones con la imposición de nuevas sanciones, que han provocado la ira de Pyongyang. Corea del Norte está también furiosa por las maniobras militares conjuntas anuales que están efectuando Seúl y Washington en la península, con un fuerte despliegue militar estadounidense como bombarderos con capacidad nuclear y aviones furtivos.
El acceso desde Corea del Sur al parque industrial de Kaesong, en el que trabajan 53.000 norcoreanos en 123 fábricas de empresas surcoreanas, ha continuado cerrado este jueves. Cientos de trabajadores del Sur han rechazado la oportunidad de dejar las fábricas y regresar a su país. Solo 222 de un total de 828 han dicho que quieren volver. El resto se ha quedado para mantener las factorías en funcionamiento, lo que da una idea de hasta qué punto muchos surcoreanos restan importancia a la crisis y están inmunizados contra las amenazas de su vecino, que ha vuelto a advertir que podría cerrar el parque industrial si Seúl y los medios de comunicación surcoreanos continúan ofendiéndole.
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