LA
HONESTIDAD DE UN CANDIDATO
Por JUAN T H
No puede
ser honesto desde el vientre de su madre
quien se revuelca en el fango de la corrupción sabiendo sus consecuencias en la
población que no tiene educación, salud, empleo, vivienda, ni seguridad.
No merece
reconocimiento público quién dice una cosa y hace otra; quién critica la
corrupción, pero anda del brazo con los corruptos.
No merece el
respaldo de la población quién permite que el dinero del presupuesto nacional
sea utilizado para promover su imagen.
No tiene
calidad moral para hablar de transparencia, ni de pulcritud en el manejo de los
fondos públicos quién se prevalece de esos fondos, dinero del pueblo, para
alcanzar la presidencia de la República.
No pudo
haber nacido honrado quien vive del sudor ajeno amparado en su condición
política.
No puede ser
un ejemplo de probidad quien acepta el uso de los recursos del Estado en
beneficio propio sabiendo que ese dinero debe ser invertido en educación,
salud, viviendas, entre muchas otras
obras para la gente pobre.
No merece el
apoyo de los ciudadanos quien condena el uso de los recursos del Estado cuando
es en su contra, pero los acepta cuando es a su favor. (Para una persona de
principios, una cosa no es mala cuando lo perjudica y buena cuando lo
beneficia) (“El Estado me venció”, pero ahora quiero que el Estado venza a mi
contrario)
No puede ser
un paradigma de pulcritud quien plagia una tesis de graduación, quien dice ser
profesional en un área que no es.
No merece mi
respeto, ni el de nadie que se respete, quien busca el patrocinio de
funcionarios corruptos que no pueden justificar su fortuna ni en cien años de
trabajo.
No merece
ser presidente de la República quién no es capaz de decirle, no, a los responsables de la quiebra ética y moral
del país. A los que consideran que todo se compra, a los promotores del
transfuguismo, a los depredadores y ladrones.
No merece el
voto de sus conciudadanos quien, como la gatita de María Ramos, que tira la
piedra y esconde la mano, aprueba y patrocina campañas sucias contra su
contrincante político.
No merece el
voto de sus conciudadanos quien no se respeta a sí mismo, quién se entrega en
los brazos de los perversos en procura de un cargo.
La
honestidad es un estilo de vida, una cultura, una actitud, una osadía, un
ejemplo cotidiano; no es una pose, ni una palabra, ni una mentira. Ser honesto
es ser como Juan Bosch y Peña Gómez,
no como Leonel Fernández y su
hijo Félix Bautista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario