Redacción
BBC Mundo
Domingo, 15 de julio de 2012
Los Juegos Olímpicos de hoy día pueden parecer un asunto muy moderno. ¿Pero cómo se compara el evento original con el espectáculo de ahora?, se pregunta el historiador griego Paul Cartledge.
Lo que vestían, o no...
Los Juegos Olímpicos eran estrictamente para hombres, al menos en lo que se refería a atletismo y deportes de combate.
Las mujeres ni siquiera podían presenciarlos. Sin embargo, podían "competir" en los eventos ecuestres, pero sólo como dueñas de los caballos y los carros. La primera mujer vencedora fue una princesa espartana.
Una razón para su exclusión quizá haya sido que los atletas, boxeadores y luchadores competían desnudos.
La antigua palabra griega para "ejercitarse" significaba literalmente "estar desnudo". Y nuestras palabras sobre gimnasia se derivan de esa peculiaridad cultural, por lo que la explicación era probablemente en última instancia religiosa.
Los Juegos eran una fiesta religiosa en honor a Zeus y demandaban más que las devociones comunes.
Los jinetes y aurigas, hombre que en las antiguas Grecia y Roma gobernaba los caballos de los carros en las carreras de circo, sí llevaban algo de ropa, pero ellos estaban contratados. Eran los dueños de los carros y de los caballos los que se llevaban el crédito por la victoria y reclamaban el premio honorífico.
¿En cuáles eventos se competía?
El único evento original era el "estadio", que era más o menos una carrera de 200 metros. La pista de 192 metros, que data del siglo IV a.C., todavía es visible en Olimpia, Grecia.
A la carrera de 200 m, se le agregó sucesivamente: una de 400 m, una carrera larga de aproximadamente 5.000 m (24 vueltas), salto largo, lanzamiento de disco, lanzamiento de jabalina, lucha, boxeo, lucha extrema similar al judo, carrera con armadura (la única excepción a la regla de que los atletas competían desnudos, aunque lo único que tenían era un casco y espinilleras) y eventos ecuestres (carrera de carros tirados por cuatro caballos, carrera de caballos y carrera de carros tirados por mulas).
El objetivo de los Juegos
Los Olímpicos eran explícitamente un festival religioso dedicado a adorar al más poderoso de los dioses griegos, Zeus del Monte Olimpo (la montaña más alta de Grecia, con 1.952 m).
Otras divinidades eran veneradas en la zona del santuario de Olimpia: por ejemplo, Hera, hermana/esposa de Zeus, con un templo, y el héroe Pélope, a quien se lo considera uno de los fundadores de los Juegos, con un altar.
Pero Zeus recibió la porción más grande de adoración, incluyendo un gran templo con estatuas de oro y marfil a cargo del principal artista de esa época, Fidias, que luego fue clasificado como una de las siete maravillas del mundo antiguo.
¿Dónde se realizaron los Juegos?
Los Juegos siempre se disputaban en el mismo lugar, en una locación relativamente remota en el noroeste del Peloponeso de bastante difícil acceso (usualmente a pie), incluso desde los principales centros políticos como Atenas y Esparta.
Competidores y espectadores llegaban no sólo desde Grecia, sino desde todo el mundo griego, que abarcaba desde España hasta Georgia, mucho más allá de la cuenca del mar Egeo. Tras las conquistas de Alejandro Magno, quien murió en 323 a.C., los griegos se establecerían en lugares tan lejanos como Afganistán.
El sitio era conocido como Olimpia, a partir del título de Zeus, que se derivaba del Monte Olimpo, una montaña muchas millas al norte del sitio olímpico.
¿Cómo se premiaba a los atletas?
En teoría, ganar era una recompensa en sí. El único premio era una simbólica corona de olivas extraída de los árboles que crecían en el bosque sagrado de Olimpia, el Altis. Esto era sólo para el ganador. No había medallas de plata o bronce.
Pero la ciudad del ganador podía darle una recompensa monetaria o una cena gratis de por vida en el ayuntamiento. Y el vencedor podía pedir que alguno de los principales poetas del momento inmortalizaran su fama en una oda o a un escultor para que hiciera una representación de él mismo en tamaño natural, en bronce o mármol, para ser dedicada a un dios.
A fines del siglo V a.C. en la ciudad de Acragas, en Sicilia, honraron a su hijo favorito, Exaenetus, dos veces ganador en la carrera de estadio, con una escolta de 300 carros tirados por caballos blancos y tiraron abajo parte de las murallas de la ciudad para permitirle entrar tras su triunfo.
Un siglo antes, el luchador Milo de Crotone, en el sur de Italia, era el Usain Bolt de su era. No sólo ganó seis veces en Olimpia y en muchos otros juegos, sino que llevó a cabo legendarias proezas de consumo de carne y transporte de toros.
Un evento internacional
En un primer momento y durante muchos siglos los Juegos eran sólo para los griegos.
Pero cuando Roma conquistó Grecia, en el siglo II a.C., los romanos se opusieron a ser llamados bárbaros y exigieron el estado de griegos honorarios, lo que les permitía competir.
Los Juegos continuaron bajo la exención romana, sin una sola interrupción hasta 393 a.C., cuando fueron terminados por un emperador romano devotamente cristiano, Teodosio I, con el argumento de que eran politeístas y paganos.
El espíritu equivocado
Otro emperador romano que notoriamente no apreciaba el antiguo espíritu olímpico era Nero, quien murió en el año 68 a.C. Exigió, con sobornos y amenazas, que el comité griego panhelénico pospusiera la fecha de los Juegos por dos años para que pudiera estar en forma para una visita imperial en el año 67 a.C.
Fue lanzado desde su carro tirado por 16 caballos. Sin embargo, le adjudicaron la corona de olivo de la victoria. Tal era el poder imperial en esos días.
Esperemos que el espíritu griego de competitividad tenga una forma agradablemente diferente en Londres 2012.
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