martes, 7 de agosto de 2012

Dr. Félix Escaño : Adiós amigo Hernando

Opiniones 7 Agosto 2012, 9:33 AM Adiós amigo Hernando Escrito por: Félix M. Escaño Polanco (feluche2@hotmail.com) A Hernando Ramírez, ese caballeroso oficial del Ejército Nacional le conocí en el año 1983 en mi consultorio de Endocrinología, cuando fue instalado el Hospital Central de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional en el sector de Naco. Posteriormente pude compartir más de cerca con Hernando por el intercambio de orientaciones sobre el manejo de la diabetes infanto-juvenil a propósito de una hija diabética, relaciones que aumentaron a mi llegada como socio del Club Deportivo Naco, donde los amigos del billar y todo el que le saludaba en el entorno le bautizaron como “comandante”. En la competencia billarista rutinaria (la pollona) que día a día solía ejecutar con un grupo de amigos, se autodefinía como el “pollo indio”, donde demostraba sus habilidades y virtudes con el “taco y su personalizado mingo” que le llevaron a obtener los máximos honores. Sus virtudes históricas con su destacada participación en la Revolución de Abril del 1965, reconocidas por todos los dominicanos, evidenciaron la decisión y responsabilidad del momento y sobre todo la fortaleza de sus “testículos y testosterona” (como le comentaba en ocasiones) al participar en ese hecho político, del cual solo quedó con el rango de teniente coronel del Ejército Nacional. Todavía recuerdo aquella mañana de un mes cualquiera en el 2002, cuando lo encontré en la sala de recepción del Palacio Nacional donde fue citado por el presidente Hipólito Mejía para tratar sobre su merecido ascenso al rango de General, y me correspondió entonces encaminarlo al helicóptero presidencial. Humilde y sin estridencias, llegaba al Club Naco con su gorra de General del Ejército Nacional directamente a la mesa de billar que lleva su nombre donde, de manera “jocosa”, utilizaba a repetición el término de “idiota” cuando un jugador fallaba la ejecución de su tiro de billar. Fue un lector consuetudinario y critico de mis artículos en El Nacional, y llegó a corregirme elementos del vocabulario y el uso de las comillas, aparte de que sembró en el ambiente billarista del Club, la pronunciación de la letra “s”, muy olvidada en nuestras conversaciones rutinarias. Pero el recuerdo más impactante es que, cuando una de mis hijas sufrió un accidente en un parque de diversiones de la capital, el comandante Hernando me llamó como a las 11 de la noche para comunicarme su solidaridad, amén de comunicarme que disponía de “cien dólares” para los gastos en que se incurriera. Adiós, comandante Hernando, hombre sencillo, no conflictivo, orientador y amigo, gracias por darme la oportunidad de inyectarte la insulina para tu diabetes cada vez que compartíamos en el billar... Hasta siempre. Compartir:

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